Los humanos constituimos una de las pocas especies de
mamíferos que dividimos el día en dos periodos: el que dormimos y el que
vivimos despiertos. En cambio, más de un 85% de los mamíferos son
llamados dormidores polifásicos, lo que quiere decir que duermen en
varios momentos de día, al igual que muchos bebés y personas mayores, lo
que ha motivado que muchos historiadores crean que no está en la
naturaleza humana dormir únicamente una vez durante el día.
Además, dormir una cabezadita durante el día puede relajar, reducir la fatiga, incrementar la capacidad de alerta, mejorar el humor y el tiempo de reacción, lo que puede prever accidentes, errores y confusiones. Se recomienda dormir la siesta si se experimenta una fatiga inusual, o si faltan horas de sueño puntualmente, debido a un cambio en los horarios en el trabajo, por ejemplo.
En caso de optar por dormir una siesta, es muy importante tener un despertador cerca con el que cerciorarse de que no se duermen más de 30 minutos. Aunque no se haya podido pegar ojo, no se recomienda alargar este tiempo de descanso. La mejor hora es siempre después de haber comido, porque los niveles de atención son más bajos y es la hora en la que menos puede causar una posterior interferencia con el sueño nocturno.
Por otro lado, los doctores creen que es mejor dormir en un sofá o en un sillón cómodo, pero no en el mismo lugar en el que se duerme por las noches. Aunque no seamos conscientes de que estamos adquiriendo una mala postura a la hora de dormir, más vale asegurarse de que el lugar sea cómodo, ya que una mala posición en el sofá, por ejemplo, puede afectar a las cervicales y lumbares.
Sin embargo, no todos recomiendan parar durante el día para dormir, ya que habituarse a ello cada día hace que pueda crearse una dependencia. Por otro lado, no es recomendable para aquellas personas que suelen sentir trastornos al despertarse, como desorientación o mareo, y pueden llevar a la persona a precisar un tiempo excesivo para volver a arrancar el día. Aunque una siesta corta no interfiere en la calidad del sueño nocturno, para aquellas personas que sufren de insomnio u otros trastornos del sueño, pueden ver cómo una siesta les afecta en mayor medida, por lo que deben concentrar sus esfuerzos del sueño durante la noche.
Por lo tanto, si los compromisos lo permiten, esta práctica que para muchos podría constituir un lujo es más que recomendada, ya que ayuda a afrontar mejor una segunda parte del día, a pesar de que pueda crear cierta dependencia y, eso sí, debe hacerse de una manera moderada, nunca durante más de media hora.
Fuente: elsiglodetorreon