EL VINO... Y EL CORAZÓN
De acuerdo a la tradición, el vino es una bebida milenaria que en las épocas navideñas se utiliza con una mayor frecuencia en las reuniones, y con las comidas. Pero cual es el vino que debemos consumir, y más, pensando en nuestra salud cardiovascular?
Doctor, me puedo tomar un vinito de vez en cuando?....
Esta es una pregunta frecuente que nos hacen los pacientes, o sus esposas cuando van a consulta.
Hoy en día se sabe que el alcohol es un buen ayudante para nuestra salud, especialmente para el corazón. Pero también sabemos que el alcohol está implicado en una gran parte en los accidentes de tránsito. El alcohol contribuye a enfermedades del hígado, diversas variedades de cáncer, hipertensión arterial, derrames cerebrales, y a un debilitamiento progresivo del músculo cardíaco.
EL alcohol consumido con moderación es bueno probablemente para muchas personas. Un trago antes de la comida ayuda a relajarse después de un día estresado; el trago ocasional con los amigos puede ser un tónico social. Estos efectos tanto físicos como psicológicos pueden mejorar la salud y el sentirse bien.
Es clara la evidencia que el consumo moderado de alcohol protege contra la enfermedad coronaria y contra los accidentes cerebrovasculares isquémicos (obstrucción de una arteria del cerebro)
Los franceses de mediana edad que han sufrido un ataque cardíaco y beben dos o más vasos de vino regularmente, tienen el 50 por ciento menos de probabilidad, que quienes no beben, de experimentar un segundo ataque cardíaco.
En Europa, y especialmente en Francia, se ha visto que el consumo de grasas saturadas (provenientes de animales) es de 3 veces más que el de los americanos, así como el hábito del cigarrillo es mayor que en Estados Unidos, sin embargo tienen 3 veces menos enfermedades del corazón. Por que? Esto es una paradoja. Y una de las explicaciones es que el hábito de tomar vino con las comidas, en especial el vino tinto, ayuda a proteger el corazón.
El alcohol aumenta el nivel de las lipoproteinas de alta densidad (HDL), que son buenas para el corazón. Pero aunque el alcohol en general (con prudencia por supuesto) disminuye el riesgo de enfermedades del corazón y arterias, el vino tinto es el mejor.
¿Porqué el vino tinto? "El vino tinto tiene polifenoles y flavonoides, y éstos serían los factores que le dan ese poder antioxidante". Los investigadores creen que algunos de sus elementos químicos denominados "flavonoides", presentan características muy útiles:
Hacen más inofensivo el colesterol LDL impidiendo su oxidación
Evitan que las plaquetas de la sangre se aglutinen formando coágulos
Disminuyen las inflamaciones
En las uvas, los flavonoides se concentran en la piel (hollejo). Cuando los viñateros hacen el vino tinto, le dejan la piel en el caldo a fermentar. En contraste, en el vino blanco, el hollejo es removido. Como resultado el vino tinto tiene niveles más altos de flavonoides que el vino blanco.
La moderación es la clave para obtener beneficios del vino. El menor riesgo de enfermedades cardiovasculares se obtiene con una o dos copas al día. Más de eso, el riesgo aumenta.
La American Diabetes Association recomienda que las mujeres con diabetes no tomen más de una copa de vino al día, y los hombres no más de 2.
Si no toma vino tiene otras opciones, porque los flavonoides también se encuentran en otros comestibles como el té, las cebollas, ajos, manzanas y cerezas.
Que son los taninos?
Son parte de los polifenoles que se encuentran en la piel de la uva. Se reconocen por el sabor secante en la boca. No todos los vinos tienen la misma cantidad de taninos, los que mayor concentración poseen son el Cabernet Sauvignon, seguido del Syrah, Malbec, Merlot y Pinot Noir.
En el cuidado de la salud y sobre todo para prevenir y tratar las enfermedades cardiovasculares en los pacientes adultos, hay infinidad de recetas médicas y caseras que se recomiendan a diario. En las fiestas navideñas, se acostumbra consumir alimentos ricos en grasas saturadas, derivadas de animales, lo cual puede aumentar el riesgo de un mal control del colesterol e incrementar los factores de riesgo, por lo tanto se debe además aumentar el consumo de aceites cardiosaludables, como sería el aceite de oliva y el de canola, por el contenido en omega 3, procurar no comer muchas grasas saturadas, bebidas alcohólicas que puedan estimular y alterar el ritmo cardiaco.
A este recetario se agregan ahora cierto tipo de prácticas naturales venidas de otros países, sobre todo australes, que tienen la costumbre de tomarse siempre un vino como aperitivo antes de las comidas.
El mito es que para cuidar el corazón y alargar la vida se recomienda beber una copita diaria de vino tinto seco a cualquiera hora del día y sobre las comidas. ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Cierto: Estudios claros aún no existen, pero se recomienda consumir una copita de 30 centímetros de vino tinto seco diario, o sea más o menos una onza, debido al contenido de taninos, que produce mayor cantidad de colesterol bueno, o HDL, y sirve de cardioprotector, por su alta densidad.
La función que éste tiene es que cuando hay colesterol malo, o sea el LDL, y además los triglicéridos se encuentran elevados, esa copita de vino ayuda a nivelar ese colesterol dañino para el organismo.
Vino tinto, ¿corazón contento?
Se ha comprobado que cuando el colesterol malo se oxida, mediante los mecanismos de oxidación naturales del organismo, se promueve el desarrollo de enfermedades cardíacas. La reducción del riesgo es del 44% entre los bebedores de una a dos copas por día con relación a los no bebedores.
La Asociación Americana del Corazón recomienda la necesidad de insistir en las medidas clásicas de protección cardiovascular y no olvidarse de ellas pensando que dos copas pueden sustituirlas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardíacas encabezan la lista de causas de muerte en todo el mundo. Por eso a nadie sorprende que se tejan y destejan tantas hipótesis sobre los posibles métodos para prevenirlas. Las cardiopatías y los accidentes cerebro vasculares causan la muerte de 17 millones de personas al año, lo que equivale casi a una tercera parte de todas las defunciones del mundo.
Si el consumo moderado de vino ayuda en la prevención, hay que tener en cuenta que no todos los vinos tienen el mismo poder contra la oxidación del colesterol malo.
Un estudio publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, en el cual un equipo dirigido por el investigador Edwin Frankel analizó 14 vinos tintos y 6 blancos de California, concluyó que los tintos tienen mayor poder antioxidante que los blancos, en especial los de las variedades antes mencionadas. Los vinos los tintos inhiben entre el 46 y el 100 por ciento la oxidación del colesterol, mientras que los blancos sólo lo hacen entre el 3 y el 6 por ciento.
A nadie sorprendería que, en el corto plazo, los fabricantes de vinos incluyeran en las etiquetas el poder antioxidante de sus productos y los efectos que se le atribuyen como aliado de un corazón sano.
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Gabriel Robledo Kaiser, M.D.
CARDIOLOGO
DIRECTOR CENTRO CARDIOLÓGICO DE BOGOTÁ