Comemos por necesidad y también por placer: nuestro cuerpo nos demanda la incorporación regular de alimentos para poder hacer frente a sus funciones, y por otra parte buscamos comidas que nos gusten.
Sabemos que las proteínas son macronutrientes esenciales para que el desarrollo muscular, óseo e intelectual. Suelen estar contenidas en alimentos atractivos para los niños (o quizás es que su cuerpo sabe que son necesarias) como leche o productos cárnicos. También hay proteínas de origen vegetal.
Pero ¿y las vitaminas?, normalmente están asociadas a las frutas y verduras, aunque según de qué tipo sean pueden estar presentes en otros alimentos.
Independientemente de la aceptación que tengan en nuestros hijos, es nuestra misión ofrecer platos que las contengan a diario porque son esenciales, pero también para que se acostumbren a la gran cantidad de colores y sabores a través de los que se muestran.
Al igual que los minerales, las vitaminas están presentes en diferentes alimentos, nuestro cuerpo las necesita para satisfacer determinadas funciones, quizás no tan evidentes como la de desarrollar músculos, pero igual de importantes. La perfección del cuerpo humano requiere que seamos conscientes de las necesidades nutricionales de nuestros hijos.
No son necesarios aportes extras de vitaminas si nuestra familia se alimenta adecuadamente, y es que el cuerpo las obtiene principalmente a través del acto de comer.
La naturaleza es sabia y nos ayuda a descubrir lo que necesitamos, pero para ello debemos estar atentos: hay niños que piden cítricos en épocas frías y carlotas cuando más calienta el sol en verano (para proteger su piel). Y además de escucharnos, actuaremos con sentido común al planificar las comidas.
No todas las vitaminas necesitan ser repuestas con la misma frecuencia: las liposolubles se almacenan en la grasa corporal y son utilizadas cuando el organismo las necesita (estas son la A, D, E y K). Las hidrosolubles son eliminadas más rápidamente porque van por el torrente sanguíneo (vitamina C y el grupo de las B).
Cuando los niños se acostumbran a alimentos que contienen vitaminas acaban aceptándolos (sé que a veces tardan mucho), en ocasiones es más decisiva la actitud de los adultos que ningún otro factor. Pero aún así puede ser útil que conozcan las utilidades que poseen: por ejemplo “la vitamina A tiene un papel importantísimo en la vista”, ¿a qué niño no le gusta buscar tesoros o mirar las estrellas?
¿Para qué sirven las vitaminas?
Vitamina A: refuerza el sistema inmunitario es ayuda a nuestra vista. Está presente en frutas y hortalizas anaranjadas, hígado animal o vegetales de hoja verde oscuro.El gran grupo de las B: B1, B2, B6, B12 y además… ácidos pantoténico y fólico, biotina y niacina. Una gran familia que actúan en la actividad metabólica y la formación de glóbulos rojos. En general están en el pescado, la carne, los lácteos, cereales integrales, huevos, guisantes y lácteos.
Vitamina C: puede que sea la más conocida, es capaz de combatir las infecciones y de mantener / reparar los tejidos corporales. Cítricos, kiwi, brócoli, tomates, fresas, col…. En cualquier estación encontramos productos que la contienen.
Vitamina D: sirve para fortalecer huesos y también para mejorar la absorción del calcio. Las exposiciones moderadas al sol son excelentes para conseguirla y está presente también en leche enriquecida, yema de huevo o pescado.
Vitamina E: no descansa a la hora de cuidar las células y tejidos, también mantiene sanos los glóbulos rojos. Frutos secos y cereales integrales, verduras de hoja verde, aceites vegetales son algunas de las principales fuentes.
Y llegamos a la K: sin ella la sangre no coagularía, así que es importantísima. La encontramos en el brócoli, los lácteos y los vegetales verdes (entre otros).
El resto lo encontraremos en nuestra cesta de la compra: una variedad de alimentos traen de la mano vitaminas de la A a la E y una más. No se ven pero son muy necesarias.
Fuente: pequesymas