Realmente la culpa, por decirlo de alguna manera, no es de la
testosterona sino de su ausencia o disminución en el organismo del
hombre.
El síndrome de Adam mejor conocido como andropausia es un proceso natural evolutivo de la vida del hombre que consiste en la disminución de la testosterona, la principal hormona de la actividad sexual, afectando también su entorno emocional.
La causa frecuente puede ser
primaria por alteración en los testículos, o secundaria por alteración
en el eje hipotálamo hipófisis.
La deficiencia de andrógenos está relacionada con la formación de músculo, el deseo sexual, el volumen de semen, la cantidad de glóbulos rojos y el colesterol. O sea que al disminuir la concentración de testosterona, a los hombres se les va el santo al cielo, por no decir algo peor.
Quienes
padecen el síndrome de Adam deben lidiar con síntomas como la disminución en las erecciones
nocturnas, descenso en la calidad de la erección, cansancio físico o
intelectual, alteración en el estado anímico con tendencia a la
depresión y al mal humor descontrolado que pueden requerir un tratamiento psiquiátrico.
También se presenta disminución de la masa muscular y en la fuerza, la pérdida de la densidad de los huesos con aumento del riesgo de osteoporosis, el incremento de la grasa visceral con obesidad abdominal y el aumento en el tamaño de la próstata, que obliga a ir varias veces al baño.
Lo peor de todo es que son síntomas que aparecen con la edad, en los mayores de 45 años, como consecuencia de la deficiencia de andrógenos, pero estos síntomas se presentan con más frecuencia en personas con obesidad mórbida.
Muchos de los que padecen estos síntomas los ocultan, tras de fanfarronerías o excesiva agresividad contra los demás, razón por la cual es muy difícil hacerles entender que lo que necesitan es
ayuda profesional.
Tampoco es predecible saber a qué edad aparecerán. Eso sin contar con que pueden ser diferentes en cada hombre.
Tratamientos para los síntomas
Los tratamientos con testosterona vienen en distintas presentaciones,
hay testosterona natural, que es químicamente igual a la que produce el
testículo y viene en forma de gel que se absorbe por la piel.
Las testosteronas sintéticas creadas en laboratorio incluyen los medicamentos por vía oral o inyectables, que mantienen las concentraciones normales de la hormona.
Las versiones inyectables de testosteronas sintéticas suelen ser la alternativa más cómoda, porque sus efectos se prolongan por más tiempo y no es lo mismo aplicarse una inyección cada tres meses que tomar una pastilla a diario.
Las testosteronas sintéticas creadas en laboratorio incluyen los medicamentos por vía oral o inyectables, que mantienen las concentraciones normales de la hormona.
Las versiones inyectables de testosteronas sintéticas suelen ser la alternativa más cómoda, porque sus efectos se prolongan por más tiempo y no es lo mismo aplicarse una inyección cada tres meses que tomar una pastilla a diario.
En todo caso son medicamentos que se toman de por vida o mientras los síntomas persistan, pero deben consumirse bajo vigilancia médica, pues hay que cuidar los huesos, el hígado, el colesterol y estar atentos ante la aparición de cáncer.
Fuente:Obesidad y salud