sábado, 29 de septiembre de 2012

La obesidad también afecta al estado de ánimo

La relación entre obesidad o sobrepeso corporal y el malestar psico-emocional es cada vez más recurrente. Los trastornos alimenticios son a la vez causa y consecuencia de numerosos problemas psicológicos.

Además de los conocidos efectos del sobrepeso en la salud, los trastornos alimenticios son a la vez causa y consecuencia de numerosos problemas psicológicos y los problemas del cuerpo y la mente se realimentan mutuamente. Cómo romper el círculo vicioso

La relación entre obesidad o sobrepeso corporal y el malestar psico-emocional es cada vez más recurrente. Los trastornos alimenticios son a la vez causa y consecuencia de numerosos problemas psicológicos; y los problemas del cuerpo y la mente se realimentan mutuamente, en un círculo vicioso, que de no interrumpirse compromete la salud.

En este sentido, el doctor Máximo Ravenna explicó que no hay dudas de que la gordura modifica el estado de ánimo para mal, siendo ésta una realidad visible u oculta que se experimenta notablemente.

“Un estado que no es natural como lo es la obesidad siempre genera un cambio negativo con un funcionamiento anómalo que conlleva a la tendencia a personas amargadas o tristes por su realidad corpórea”, dijo el especialista.

El exceso de peso suele generar trastornos como la depresión o la ansiedad, ya que dificulta por ejemplo la forma de vestir, la concreción de todo tipo de actividades físicas o sentarse en la butaca del cine. Además, los kilos de más, y sobre todo si son muchos, alteran la autoestima y por consiguiente la calidad de vida de las personas que los sufren, las cuales a menudo son también discriminadas.

Al respecto, el médico psicoterapeuta destacó que “aquéllos que padecen esta patología naturalmente generan reacciones negativas y desmedidas porque proyectan malas acciones sobre otras personas por haber bloqueado indirectamente el malestar con ellos mismos”.

Ravenna explicó además que en estos casos también surgen sentimientos de vacío y frustración, porque las necesidades de afecto, comunicación, confianza, libertad, éxito o de ser correspondido no se ven satisfechas con la comida, con lo que se crea una nueva tensión y se tiende a volver a comer.

Descubrir las relaciones entre los alimentos consumidos y el estado de ánimo y viceversa es el primer paso para frenar la costumbre de comer cuando se tienen problemas y de enojarse cuando las consecuencias de la comida se vislumbran en el aspecto físico.

“Para recuperar el buen carácter hay que salir de este círculo vicioso, rompiendo con los cánones de la comida emocional, y así recuperar la libertad de experimentar los verdaderos sentimientos”, finalizó el médico especialista en trastornos de la alimentación.

Fuente:Vanguardia