Suena a ciencia-ficción, pero parece que las bacterias que viven en
nuestro interior, y que son 100 veces más numerosas que nuestras
células, podrían estar afectando a nuestras apetencias gastronómicas, e
incluso a nuestro estado de ánimo, para hacernos comer lo que ellas
quieren, y a veces conducirnos hacia la obesidad. Esta es la
sorprendente conclusión a la que se ha llegado en una investigación
realizada por científicos de tres universidades estadounidenses, la de
California en San Francisco, la Estatal de Arizona, y la de Nuevo
México.
El equipo de la bióloga y psicóloga Athena Aktipis, ha completado una
exhaustiva revisión de resultados de estudios científicos recientes
sobre el papel de los microbios intestinales en la sensación de apetito y
en nuestras apetencias hacia ciertos alimentos. La información
analizada apunta a que estos microbios influyen en el comportamiento
humano sobre la comida y en las elecciones dietéticas, para incitarnos a
consumir alimentos con los nutrientes particulares que a esos seres les
permiten crecer mejor, en vez de limitarse a intentar subsistir de
aquellos que les llegue en los alimentos escogidos exclusivamente por la
persona en cuyo interior viven.
Las especies bacterianas varían en cuanto a los nutrientes que necesitan. Algunas prefieren grasas, y otras azúcar, por ejemplo.
Si bien no está claro cómo ocurre esto exactamente, el equipo de
Aktipis cree que esta comunidad diversa de microbios, conocida
colectivamente como microbioma intestinal, puede influir en nuestras
decisiones mediante la liberación de moléculas señalizadoras en nuestro
intestino. Dado que el intestino está conectado al sistema inmunitario,
el sistema endocrino y el sistema nervioso, esas señales podrían influir
en nuestras respuestas fisiológicas y de comportamiento.
La
relación entre las bacterias del intestino y comer de forma poco
saludable. (Imagen: Cortesía de la Universidad de California en San
Francisco)
En ratones, ciertas variedades de bacterias incrementan el
comportamiento ansioso. En humanos, un ensayo clínico reveló que beber
un probiótico que contenía a la Lactobacillus casei mejoraba el buen
humor en aquellas personas que se sentían muy bajas de moral.
El próximo paso que el equipo de Aktipis propone en esta singular
línea de investigación es averiguar si, por ejemplo, el trasplante al
intestino humano de bacterias que requieran un contenido de nutrientes
de algas marinas llevaría al anfitrión humano a una apetencia mayor de
comer algas.