jueves, 11 de abril de 2013

¿Qué es la demencia senil?

 

Este es un término que se emplea para designar ciertos síntomas originados por aquellos trastornos que afectan al cerebro en lo que concierne a pensamiento, aprendizaje y memoria. Las personas susceptibles a padecerla son los adultos mayores, unos en mayor o menor medida que otros.

Estas personas requieren de mucho amor y comprensión de su entorno familiar y social, pues al no ser comprendidos a cabalidad, pueden resultar molestos. Los estragos pueden significar un peligro en el adulto mayor en el sentido que al no recordar ciertas cosas elementales, olvidará cuidarse a sí mismo.

La demencia senil es una enfermedad progresiva, crónica y degenerativa, que se caracteriza por la pérdida de la memoria de corto y largo plazo, la pérdida de ciertas capacidades motoras y físicas y se manifiesta, generalmente, en personas mayores de 60 años, siendo los 85 años la edad con mayor prevalencia de la enfermedad.

La demencia también puede deberse a algunas enfermedades y padecimientos como el Parkinson, la enfermedad de Huntington (anteriormente conocida como baile de San Vito), el Alzheimer, la esclerosis múltiple y los accidentes cerebrovasculares, entre otros.

Algunos de los síntomas de la demencia son: pérdida de la memoria, desorientación, alteraciones en la coordinación motora, confusión, insomnio, problemas con el equilibrio.

Precisamente, debido a la pérdida de memoria, la persona afectada puede empezar a olvidar sucesos importantes de su vida, como la muerte de alguien querido, que está casado o tiene hijos. No es extraño, entonces, que empiecen a preguntar por su madre o su padre, y al recordarles la pérdida pueden surgir momentos de dolor o contradicción, y eso terminar en dolor, tristeza o depresión. Una de las mejores formas de calmarles es animarles a hablar de ello.

Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que para el año 2050 habrá 115 millones de personas viviendo con demencia senil en el mundo. Actualmente 35,6 millones de personas viven con demencia senil en el mundo, y en dos décadas la cifra se duplicará con 65,7 millones de casos.

Si bien la vejez es el principal factor de riesgo de la enfermedad, esto no significa que la demencia sea una parte normal del proceso de envejecimiento. Igualmente, la pérdida de la memoria es un síntoma muy común de demencia, pero no todas las personas que pierden la memoria padecen de demencia. Es importante aprender a reconocer la diferencia entre uno y otro estado, todo ello con la evaluación y asistencia de un médico especializado.

Convivir con alguien que padece demencia senil no es una tarea sencilla, pero sí soportable si la persona encargada de su cuidado establece una serie de rutinas que han de ayudar al adulto mayor. Por ejemplo, hacer que el paciente reconozca su entorno, evitando los cambios o manteniendo su rutina.

El exceso de cuidado sobre el paciente tampoco es recomendable, en lo posible debe facilitársele algo de independencia y autocuidado mientras la enfermedad no haya avanzado del todo. Hay que permitirle hacer aquellas tareas que aún pueda desempeñar. Es importante brindarle apoyo emocional al paciente y también a quien lo cuida

Una forma de procurar la calidad de vida de los adultos mayores, que adolecen de demencia senil, es generar espacios en los que ellos se reintegren activamente a la sociedad, a través de grupos de amigos, actividades físicas. La actividad física y factores emocionales son agentes fundamentales para apalear los estragos de la demencia senil.


FUENTE: RPP