jueves, 24 de octubre de 2013

El estrés y la salud



 

¿Qué es el estrés?

Hablando en términos generales, estrés significa presión o tensión nerviosa. La vida constantemente nos está sometiendo a presiones. En las personas, el estrés puede ser físico (por ej., una enfermedad), emocional (por ej., el dolor por la muerte de un ser querido), o psicológico (por ej., el miedo).
Los individuos varían en su capacidad para manejar el estrés. La forma en que usted percibe una situación y su salud física general son los dos factores principales que determinan cómo va a reaccionar a un acontecimiento estresante o al estrés frecuente.
Los genes y las cosas que le ocurrieron en su infancia (por ej., el maltrato o abandono), aún antes de nacer, pueden afectar la forma en que usted maneja las situaciones estresantes - posiblemente haciéndole que reaccione exageradamente. El comer excesivamente, fumar, beber y no hacer ejercicio - todo lo cual puede ocurrir cuando está bajo tensión - también puede aumentar los efectos negativos del estrés.

¿Cuál es la reacción al estrés?

Alostasis es el proceso por el cual el cuerpo reacciona al estrés, bien sea agudo (a corto plazo) o crónico (a largo plazo).
La reacción más conocida al estrés agudo es la de “luchar o huir” que surge cuando se percibe una amenaza. En ese caso, la reacción al estrés hace que el cuerpo envíe varias hormonas (por ejemplo, cortisol y adrenalina) al torrente sanguíneo. Estas hormonas intensifican su concentración, su capacidad de reaccionar y su fuerza. También aumentan el palpitar del corazón y la presión sanguínea, y agudizan su sistema inmune y la memoria. Después de haber enfrentado el estrés a corto plazo, el cuerpo regresa a la normalidad.
Sin embargo, el estrés a largo plazo o crónico presenta un problema. Si usted frecuentemente enfrenta desafíos y el cuerpo está constantemente produciendo niveles más elevados de hormonas, no tiene tiempo de recuperarse. Las hormonas de estrés se acumulan en la sangre y, con el tiempo, pueden causar problemas de salud serios.

¿Cómo le afecta la salud el estrés crónico?

Los cambios en el cuerpo que ocurren durante los momentos de estrés pueden ser muy beneficiosos cuando ocurren por corto tiempo. Pero cuando esto sucede por mucho tiempo, la sobre producción de las hormonas de estrés puede perjudicar su salud. El efecto a largo plazo del estrés crónico (llamado carga alostática) causa desgaste y deterioro del cuerpo. Las consecuencias a la salud pueden incluir:
  • Sistema digestivo El dolor de estomago es una reacción común porque se vacía más despacio. También aceleran la actividad del colon, lo cual puede producir diarrea.
  • Obesidad. Aumentación el apetito, lo cual puede producir una subida de peso. (El exceso de peso o la obesidad conlleva un riesgo de contraer diabetes o enfermedad cardiovascular.)
  • Sistema inmune. Debilitación del sistema inmune y, por consiguiente, puede sufrir más resfriados y otras infecciones.
  • Sistema nervioso. Ansiedad, depresión, pérdida del sueño y falta de interés en actividades físicas. La memoria y la habilidad de decidir pueden verse afectadas negativamente.
  • Sistema cardiovascular. Aumentación de la presión sanguínea, las palpitaciones del corazón y las grasas en la sangre (el colesterol y los triglicéridos). También, elevación de los niveles de azúcar en la sangre (la glucosa), especialmente en las horas de la noche, aumentación del apetito, lo cual contribuye al aumento de peso. (Todos estos efectos son factores de riesgo para las enfermedades cardiacas, la ateroesclerosis y los derrames, como también lo son la obesidad y la diabetes.)

¿Cómo sabe cuando está bajo estrés?

Los sentimientos comúnmente asociados con el estrés de corta duración son la ansiedad, el nerviosismo, la distracción, preocupación y presión. Si el nivel de estrés aumenta o dura por más tiempo, puede sentir otros efectos físicos o emocionales:
  • Cansancio excesivo, depresión
  • Dolor o presión en el pecho, palpitaciones rápidas
  • Mareos, temblores, dificultad para respirar
  • Irregularidades del ciclo menstrual, disfunción eréctil (impotencia), pérdida del deseo sexual
Estos síntomas también pueden conducir a la pérdida del apetito, a comer excesivamente, o a tener dificultad para dormir - todo lo cual puede tener serias consecuencias para el cuerpo.
Generalmente estos síntomas son leves y pueden aliviarse por medio de técnicas para sobrellevar la situación, tales como aprender a relajarse, apartarse por un tiempo de las cosas que le causan estrés y haciendo ejercicio. Sin embargo, si los síntomas son severos, es posible que necesite ayuda médica para poder identificar la raíz de su estrés y la mejor forma de manejarlo.

¿Qué debe hacer con esta información?

Hay medidas prácticas que puede tomar para reducir el estrés. El ejercicio moderado en base regular mejora el pensamiento y el estado de ánimo. Como también ayudan el relajarse, dormir bien por la noche y buscar el apoyo emocional de la familia y los amigos. También puede reducir los efectos a largo plazo del estrés crónico si lleva una dieta saludable de poca grasa y evita fumar y beber en exceso. Sin embargo, si sus síntomas continúan o se empeoran, debe consultar a su médico. 

FUENTE: The Endocrine Society

miércoles, 23 de octubre de 2013

Cuidado con las alergias alimentarias



 


En España, los alérgenos más comunes son los derivados del huevo, del pescado y de la leche de vaca: entre los tres suponen casi el 60 % de todas las alergias alimentarias. Sin embargo, los más peligrosos para la salud, por las reacciones que provocan, son los frutos secos.

LECHE DE VACA. Su faceta alergénica es un problema casi exclusivamente infantil. A pesar de que la caseína es la proteína más abundante en la leche, la sensibilización ocurre con mayor frecuencia con la betalactoglobulina y, en menor medida, la alfalactoalbúmina. El calor no destruye estas dos proteínas lácteas, por lo que de nada sirve hervir la leche. La incidencia de alergia a las proteínas de la leche de vaca varía según diferentes estudios entre el 0,3% y el 7,5% de la población. En algunos casos, el rechazo a estas proteínas lácteas es la primera manifestación de la predisposición alérgica de un individuo. Se ha observado que aproximadamente un 40% de niños sensibilizados a las proteínas de la leche de vaca desarrolla alergia a otros alimentos y un 28% lo hace a agentes ambientales -pólenes, ácaros, hongos, epitelios de animales-. También se asocia con frecuencia a dermatitis atópica. La predisposición genética o atopia, ser varón y emplear la lactancia artificial en lugar de la lactancia materna son los principales factores que predisponen a padecer esta alergia.

Huevo. Las proteínas de la clara son el problema. Esto explica que la mayoría de los niños presenten sus primeros síntomas al tomar tortilla a la francesa, sobre todo si está poco cuajada. Al hablar de alergia alimentaria infantil hay que prestar atención al rechazo como síntoma orientativo.

Pescado. La alergia causada por pescado o marisco es más duradera en su sensibilización y puede perdurar durante décadas o toda la vida. Sus propias proteínas, la histamina que se forma al descomponerse y el parásito anisakis pueden causar reacciones alérgicas. En concreto, este nematodo, cuyas larvas viven en el conducto digestivo de muchas especies marinas, desde la merluza y el atún hasta el pulpo y la langosta, son responsables de crisis graves en personas sensibles. Como se vio en el capítulo del pescado, el anisakis se introduce en el ser humano al ingerir pescado crudo, en salazón, ahumado, en escabeche, marinado o poco cocinado. Nadie está seguro de si congelar el pescado por debajo de los 20 grados bajo cero durante al menos 72 horas y cocinarlo por encima de los 60 ºC es suficiente para matar la larva, aunque si la congelación se ha hecho en alta mar existen más probabilidades de que así sea. Si sólo aparecen síntomas digestivos por la parasitación, estamos ante una anisakiasis, y si se desarrollan manifestaciones cutáneas o síntomas generales se trata de una reacción alérgica. Actualmente, la mayor parte de los investigadores consideran que para que haya alergia es imprescindible que el gusano haya estado en el tubo digestivo del afectado. La anisakiasis es frecuente sobre todo en sociedades como la japonesa, donde la ingestión de pescado crudo es muy frecuente. En nuestro medio, la forma habitual de exposición es por el consumo de boquerón en vinagre. Además, hay que tener en cuenta que las personas con alergia al pescado pueden tener reacciones tras la ingesta de otros alimentos, como carnes de animales -cerdo, gallina, conejo- alimentados con harinas de pescado.

Frutos secos. El principal peligro proviene de que en muchas ocasiones estamos ante alergenos ocultos y de que son responsables de la mayoría de las reacciones anafilácticas mortales o casi mortales. En la mayoría de los niños, la alergia a la leche y huevo se supera con el paso de los años; a la del pescado a veces también, pero en los frutos secos casi nunca remite. En un estudio del año 1990 realizado en Barcelona, Amat y sus colaboradores refieren como sensibilización más frecuente la de la almendra (89%) seguida de cacahuete (80%), avellana (76%), nuez (39%) y piñón (30%) en nuestro país. El cacahuete en concreto es una leguminosa, por lo que los pacientes con alergia a veces presentan síntomas con otras legumbres y viceversa. Por otro lado, también es frecuente la aparición de alergia a varios frutos secos (aproximadamente en un 2535% de los alérgicos al cacahuete también lo son, por ejemplo, a la nuez, el anacardo o el pistacho). Otra cuestión que hay que tener en cuenta es la reactividad cruzada que puede existir en niños alérgicos al látex con la castaña, piñón, pipa de girasol y nuez, entre otros frutos secos.

FUENTE: MUY INTERESANTE

martes, 22 de octubre de 2013

¿Por qué engordamos?




Los crecientes índices de obesidad y diabetes en los EEUU han sido el motivo principal para iniciar otra investigación sobre los factores desencadenantes de estas dos 'epidemias' mundiales, y las evidencias sugieren que el responsable es un nuevo agente hasta ahora desconocido: los productos químicos.



El estudio, realizado por investigadores de la Comunitat Valenciana y liderado por el catedrático de Fisiología, Ángel Nadal, del Instituto de Bioingeniería y CIBERDEM de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, se ha publicado en Plos ONE.

Los resultados de la investigación relacionan la exposición al componente plásticos BPA con el desarrollo de la obesidad y la pre-diabetes.
La exposición a una cantidad minúscula de estas sustancias sintetizadas (que se utilizan en todo, desde pesticidas a botellas de agua), pueden alterar nuestras hormonas.
Esta interferencia puede activar las células grasas, haciéndolas 'engordar' aún más, o provocar un error de interpretación haciendo que el páncreas segregue un exceso de insulina, una hormona que regula el metabolismo de la grasa y los carbohidratos.
El bisphenol A, más conocido como BPA, está entre los compuestos analizados (se fabrican unas cinco millones de toneladas al año); se trata de un producto químico presente en los plásticos y en los revestimientos que también puede encontrarse en los envases de algunos alimentos.




Según la FDA y el Instituto Nacional de Toxicología, estudios recientes dan motivos de preocupación sobre los efectos potenciales del BPA en el cerebro, el comportamiento y la próstata de fetos, bebés y niños.
Por otro lado, diversos trabajados publicados en revistas científicas han asociado el bisfenol A con problemas para la salud, que abarcan desde un mayor riesgo de cáncer de mama hasta complicaciones cardiovasculares, pasando por trastornos endocrinos.

Por este motivo, un grupo de científicos internacionales de Reino Unido, EEUU e Italia piden que se prohíba el bisfenol A, una sustancia presente en muchos plásticos como en los biberones y en otros envases de alimentos.
El Catedrático de Fisiología Ángel Nadal, experto en el BPA de la Universidad Miguel Hernández (Elche), reconoce que es "difícil"   establecer una relación causal, pero afirma que se han demostrado los efectos tóxicos del compuesto en ratones.

El problema está en que no se pueden realizar estudios en humanos, "excepto epidemiológicos", porque no sería ético. No obstante, según los trabajos realizados en animales, considera que: "si se consume en el embarazo, cuando el feto crezca, tendrá más riesgo de ser obeso y de sufrir dolencias cardiovasculares".

Nadal recomienda usar el principio de precaución y aunque preferiría que se prohibiera el BPA, "porque hay alternativas", apunta que no se debe calentar ni ponerlo en el lavavajillas.

También cree que cuando un envase de plástico pierde su transparencia, el riesgo de migración del BPA es mayor.
La mayoría de los estudios se han realizado en animales pero, en 2008, la prestigiosa revista JAMA comparó las tasas de diabetes y enfermedad cardiovascular en adultos según los niveles de BPA presentes en la orina. Los resultados demostraban que las personas con niveles más altos de este químico tenían un mayor riesgo de padecer las enfermedades evaluadas.

Según Nadal, el BPA es sólo uno más de un cóctel de 20 disruptores endocrinos comúnmente utilizados en artículos de uso diario, como los ftalatos, la nicotina, la dioxina, el arsénico y el tributilestaño.

Además, la obesidad y la diabetes no son los únicos riesgos que plantean los productos químicos. Los estudios también señalan vínculos con el cáncer, la infertilidad, las enfermedades del corazón y problemas cognitivos.

Fuente: salud y bienestar

domingo, 20 de octubre de 2013

OBESIDAD Y TABACO



  
     
 La relación obesidad y tabaco cada día adquiere mayor importancia en el curso y evolución de la enfermedad ya que, si la obesidad por sí sola es un importante factor de riesgo para el desarrollo de numerosas enfermedades, al asociarle el tabaquismo el riesgo se multiplica. Actualmente casi 6 millones de personas mueren al año a causa del tabaco, siendo éste el responsable de casi el 71% de los cánceres de pulmón, 42% de las enfermedades respiratorias crónicas y casi el 10% de las patologías cardiovasculares. Si a ello le sumamos que unos 2,8 millones de personas mueren al año por obesidad o sobrepeso y que la ausencia de ejercicio físico aumenta un 20-30% el riesgo de muerte prematura, los resultados son alarmantes. Conociendo estos datos, el objetivo cardinal es la prevención, ya que, según los especialistas, todas estas muertes podrían evitarse llevando el paciente una vida saludable en la que incluya una dieta equilibrada y adaptada a sus necesidades, abandonando el hábito tabáquico e incorporando actividad física a su vida cotidiana.



     Numerosos estudios se han centrado estos últimos años en analizar esta relación y entre los resultados obtenidos ha quedado patente que los cigarrillos siempre producen un efecto nocivo sobre los fumadores, el cual se ve incrementado si estos padecen obesidad o sobrepeso:



- El tabaco, en las primeras fases de obesidad, favorece la retención de triglicéridos y colesterol (aumento neto de las cifras de colesterol total a expensas del LDL colesterol), por lo que promueve la aparición de aterosclerosis con el consiguiente riesgo cardiovascular. Ocurre tanto en fumadores activos como pasivos. La aterosclerosis es una enfermedad vascular oclusiva que puede ocasionar fenómenos isquémicos y/o embólicos. Por un lado el tabaco está implicado en su patogenia porque aumenta los niveles de colesterol, que quedará adherido a la pared interna de los vasos, formando placas de ateroma que disminuyen su diámetro y pudiéndose desprender en forma de émbolo, y por otro actúa a través de la nicotina y el monóxido de carbono. La nicotina es un vasoconstrictor arterial y al actuar a este nivel produce un aumento de las resistencias periféricas, lo que se traduce en que el corazón aumenta su gasto y los tejidos periféricos no consiguen toda la irrigación que necesitan, es un hipertensor arterial. El monóxido de carbono, por su parte, compite con el oxígeno por la hemoglobina, uniéndose a esta con mayor afinidad, y disminuyendo la oxigenación de los tejidos. Todos estos efectos crean un círculo vicioso que desemboca en una hipertensión arterial mantenida que poco a poco lesiona más la íntima de los vasos arteriales.



- Los pacientes obesos fumadores tienen mayor riesgo de desarrollar Síndrome Metabólico que los pacientes obesos no fumadores. El Síndrome Metabólico es una entidad formada por diversas patologías, que constituyen factores de riesgo lipídicos (hipercolesterolemia, por ejemplo) y no lipídicos (resistencia a la insulina o Diabetes tipo II), y que en su evolución producen un importante aumento de la probabilidad de padecer  afectaciones cardiovasculares. El tabaco no sólo está implicado en la aparición de este síndrome, sino que, además, es un factor agravante que acentúa sus síntomas en los individuos que ya lo hayan desarrollado.



- Los telómeros son los extremos del cromosoma (material genético) y se encargan de proporcionarle estabilidad, permitir la división celular (marcan el número de divisiones producidas hasta que la célula muere) y determinar el tiempo de vida de la célula. Se ha descubierto que en individuos fumadores y con IMC (Índice de Masa Corporal) alto estas porciones cromosómicas están más erosionadas y su longitud es menor que en el resto de la población no fumadora con un IMC dentro de la normalidad. Debido a la pérdida progresiva de las estructuras protectoras que son los telómeros, se produce una acumulación de daño en nuestro material genético, que se traduce en un envejecimiento del organismo. Además, hay una importante relación entre la erosión telomérica  y la aparición de cáncer, pues es mucho más fácil que se produzcan las mutaciones celulares que originan células cancerígenas. Se estima que hasta el 70% de los cánceres que existen están provocados por la obesidad y/o el tabaquismo.



- En varios estudios se ha observado que cuanto mayor es el índice de obesidad del individuo, mayor es también el número de cigarrillos consumidos. Este hecho puede ser debido a una actitud compulsiva que responde al intento de calmar el hambre. Existe la idea errónea de que el tabaco adelgaza, y nada más lejos de la realidad, si bien es cierto que la nicotina tiene efectos anorexígenos, el tabaco no solo no previene la obesidad, sino que aumenta la probabilidad de padecerla en exfumadores. Además, los obesos fumadores también aumentan de peso aunque mantengan el hábito tabáquico. Los pacientes que se encuentren en esta situación deberían plantearse un cambio en su estilo de vida, comenzar en primer lugar siguiendo unas indicaciones dietéticas de la mano de un profesional, bajar de peso hasta alcanzar un IMC dentro de la normalidad ayudándose de ejercicio físico regular, y una vez conseguido este propósito, abandonar el hábito tabáquico definitivamente.



- Tabaco y obesidad también influyen negativamente en la fertilidad, pues tanto mujeres como hombres obesos y fumadores son menos fértiles que mujeres y hombres no fumadores y no obesos. Además, sobre todo en el sexo femenino, es mucho más frecuente la aparición de Tombosis Venosa Profunda (TVP), disparándose la frecuencia de aparición en la obesidad mórbida.



     En definitiva, la asociación de tabaco y obesidad supone un importantísimo factor de riesgo para la aparición de enfermedades cardiovasculares, sobre todo hipertensión arterial y aterosclerosis que darán lugar a Infarto Agudo de Miocardio (IAM) e Ictus, entre otros, si no se toman medidas serias al respecto. Hoy en día el manejo de estas patologías se centra cada vez más en programas de prevención primaria, el abandono del hábito tabáquico y los cambios conductuales en cuanto a alimentación y actividad física son la base para que las cifras de mortalidad, causadas por estas entidades, disminuyan.

viernes, 18 de octubre de 2013

Cuidado con medicamentos que adelgazan




Hay muchas píldoras y pequeñas cápsulas conocidas por hacer perder peso. Pero ¿de verdad existen alimentos para adelgazar? Entre los productos serios y el placebo hay una estrecha línea abarrotada de productos “milagrosos”.

Medicamentos con receta

Un tratamiento médico no es una tontería, sus propiedades pueden llegar a provocar graves efectos secundarios. Por eso, tras años de polémica, hay medicamentos que han sido retirados del mercado (los que cortan el hambre) y de otros se ha prohibido su ingesta para perder peso porque provocaban depresiones, afecciones cardíacas, hipertensión, etc. (los diuréticos o las hormonas tiroideas).

Hoy en día sólo existen dos medicamentos para adelgazar: uno que actúa bloqueando la acción de las lipasas (encimas que disgregan los lípidos, es decir, las grasas) y otro que actúa, por medio del sistema nervioso central, sobre el control del hambre y la saciedad, y aumenta el gasto de energía. Ambos medicamentos sólo pueden consumirse siguiendo un control médico estricto. A menudo se recetan a personas con un sobrepeso importante.

Complementos alimenticios

Infusiones, cápsulas, comprimidos, gomas, etc. Las ventas de complementos alimenticios (fuentes de nutrientes y demás componentes como las vitaminas, los minerales, las plantas o extractos de plantas, los aminoácidos, los ácidos grasos esenciales, las fibras, etc.) destinados a facilitar la pérdida de peso se han disparado durante los últimos años. El resultado: una oferta cada vez más amplia.

Estos productos se pueden clasificar en:

Drenantes. Combaten la retención de líquidos favoreciendo su eliminación: el mate, el extracto de uva, la achicoria, el ortosifón, etc.

-Quemagrasas. Favorecen la lipólisis, es decir, la disminución de las grasas almacenadas en los adipositos. Al activar la combustión de las grasas fomentan su eliminación: el CLA (ácido linoleico conjugado), el té, el café verde, el calcio, etc.

 -Moderadores del apetito. Eliminan la sensación de hambre sin aportar calorías. Son la mayoría de plantes ricas en fibras: mucílagos que, al entrar en contacto con el agua, se hinchan y reducen el apetito engañando al estómago y al cerebro: la goma de algarroba, el cromo, el nopal, etc.

-“Complementos” adelgazantes. Gran parte de los complementos alimenticios de hoy en día combinan estos efectos (cortan el hambre, queman grasa, aplanan el vientre, etc.) y asocian componentes con propiedades complementarias.