Si los niños son propensos a
tragarse un botón, una moneda o alguna parte de un juguete, ¿por qué
ponen tanta resistencia cuando se trata de un medicamento en píldora?
Dar una pastilla a un niño es una escena que con
frecuencia incluye forcejeos, llanto y frustración. Los trucos son
diversos, desde moler el medicamento y dárselo mezclado con miel,
mermelada o algo dulce, hasta sobornar al hijo con alguna recompensa.
Sin embargo, un reciente estudio hecho en Holanda y publicado en Archives of Disease in Childhood,
sugiere que todas esas artimañas, que durante años han puesto en
práctica tanto padres como doctores, sencillamente no son necesarias.
En la investigación se analizó la aceptabilidad del placebo en varias presentaciones: píldora, jarabe o polvo.
A los padres se les pidió que en casa le dieran a
sus hijos, con edades comprendidas entre 1 y 4 años, estos medicamentos
y casi todos –el 98%– se tragaron la pastilla sin problemas.
¿Qué tan sorprendente es esto? A no ser que haya
un problema físico, todos somos capaces de tragar comida y tomar
bebidas sin problemas.
La doctora Diana Van Reit-Nales, jefa del
estudio y miembro del Comité de Evaluación de Medicina de Holanda,
considera que la habilidad de tragar una píldora es algo importante que
hay que aprender, para que no siempre se tenga que recurrir a
medicamentos en forma líquida.
"Simples pasos"
Una cosa es decirlo y otra lograrlo. Padres como
Diane Loban saben demasiado bien el tipo de resistencia que ponen los
niños cuando se trata de tomar un medicamento.
"Cuando están enfermos, lograr que mis hijos
ingieran líquidos puede ser una hazaña. Ellos pueden llorar y sentirse
miserables cuando les toca tomar antibióticos, especialmente los que son
sabor a banana".
He visto por lo que
tienen que pasar los heroicos padres para que sus hijos se tomen una
píldora, y esa mirada de traición en la cara del niño cuando logran
meterle alguna medicina en la boca "
Katherine Dahlsgaard, psicóloga
Sin embargo, la opción de una tableta tampoco
parece funcionar para Loban, quien cuenta que ahora sus hijos tienen 9 y
12 años y "todavía no están interesados en tragarse una pastilla que no
se pueda chupar".
La psicóloga Katherine Dahlsgaard cree que
seguir unos "simples pasos" puede ayudar a persuadir al paciente reacio.
"He visto por lo que tienen que pasar los heroicos padres para que sus
hijos se tomen una píldora, y esa mirada de traición en la cara del niño
cuando logran meterle alguna medicina en la boca".
En su clínica en el Hospital de Niños de
Filadelfia, utiliza terapia conductivo-conductual para ayudar a niños
con problemas de ansiedad, entre otros. Algunas veces recibe llamadas de
emergencia cuando un padre necesita cambiar de medicación simplemente
porque el pequeño no la puede tragar.
Su solución es ingeniosa, aunque sencilla.
"Utilizo una técnica llamada 'forma', en el cual se practica con
pequeñas piezas de caramelo, como los que se usan para decorar las
magdalenas o helados".
"La mayoría de las veces, cuando las colocan al
fondo de la lengua, ni siquiera los saborean. Y poco a poco vamos
avanzando con caramelos cada vez más grandes".
Seguridad en sí mismos
A Dahlsgaard le gusta que sus pacientes vayan
fortaleciendo su confianza, tienen que lograr tragar cinco caramelos de
forma consecutiva antes de pasar al siguiente tamaño. También les pone
tareas.
"Los niños siempre se comportan mejor cuando
están en mi consulta, para complacer al médico. Soy muy consciente de
esto, que hacen cosas en mi despacho que no harán en casa, así que deben
trabajar en cualquier habilidad que hayan aprendido ese día".
Si tienen una regresión, entonces dan un paso
atrás con un tamaño más pequeño de caramelo. La doctora asegura que esta
terapia normalmente funciona en una única sesión de una hora.
Esta no es la única técnica. Dahlsgaard también
recomienda a los padres que se familiaricen con una técnica desarrollada
por el Hospital de Niños Alberta, en Canadá.
Al niño se le fomenta que mueva la cabeza –de
izquierda a derecha o de arriba hacia abajo– hasta que encuentren una
posición que funcione mejor para ellos a la hora de tragar.
La teoría es que al inclinar la cabeza 45 grados
hacia un lado, el diámetro del esófago aumenta un poco, y tarda un poco
más en cerrarse cuando tragamos, lo que facilita el procedimiento.
Minipíldora
Una opción nueva que está saliendo es la
"minipíldora", de 2, 3 o 4 mm , formulada especialmente para niños. Pero
según Stephen Tomlin, farmaceuta consultor de los servicios de niños en
el Hospital de Niños Evelina, en Londres, todavía está en una fase de
desarrollo.
"Crear tabletas para niños es un mercado bastante limitado, por lo que resultan ser muy caras".
Lo que sabemos de los
reportes de los padres es que a muchos niños les gusta tomar las
pastillas y que lo hacen solos. Además les evita el estresante momento
de que no quieran tomarse un jarabe que no les gusta"
Diana Van Reit-Nales, autora del estudio
La importancia del estudio de Holanda radica en
que es la primera vez que se analiza la aceptabilidad de los niños para
que traguen píldoras en casa, especialmente cuando los participantes no
estaban enfermos.
La doctora Van Reit-Nales espera que su
investigación ayude a los padres a darse cuenta de que es posible que un
niño menor de 5 años sí pueda tragarse una pastilla exitosamente.
Por su parte Tomlin considera que no importa la edad que tenga el niño. "Por lo menos hay que darles la opción de
escoger entre un medicamento líquido y una en píldora. Mucho de los
líquidos, como los antibióticos saben terrible, mientras que las
pastillas no tienen sabor".
Fuente: BBC Mundo, Salud