“Hay tres clases de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”. François de la Rochefoucauld(1613-1680) Escritor francés.
A diferencia de nuestros ancestros, ya no necesitamos emplear demasiada cantidad de energía para realizar ciertos sucesos. Debido a los avances de la tecnología, el transporte, la automatización y la maquinaria que ahorra trabajo, la mayoría de la gente tiene menos oportunidades de gastar energía.
El sobrepeso causado por la obesidad es un factor que aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, el riesgo aumenta por su puesto, si a ello se añade el sedentarismo, la falta de fuerza muscular, la inactividad física, o el mal estado de salud general. Para prevenir las dolencias de espalda se debe mantener un mínimo de actividad física, cumplir las normas de higiene postural y desarrollar la musculatura de la misma. Cuando no se utilizan todas las estructuras orgánicas, los tejidos se reducen y debilitan, especialmente los musculares y tendinosos, que se acortan: el músculo se fatiga con facilidad y ese cansancio genera contracturas dolorosas que suelen derivar en molestias crónicas. Muchos dolores de espalda que no tienen origen en traumatismos o enfermedades se deben a la debilidad de los músculos de esa zona, que se contractura de forma casi permanente. A menudo, el simple esfuerzo de mantener erguida la espalda representa para el sedentario una exigencia mayor de la que sus músculos son capaces de soportar.
Aquí consideramos, aunque varían sus definiciones, que la lumbalgia no es una entidad nosológica, es un síntoma consecutivo a una patología, como discopatias, afecciones inflamatorias, infecciosas, tumorales, traumáticas, artrosis, trastornos estáticos o funcionales, o bien a desordenes psicosomáticos. Aunque el dolor lumbar raramente indica un problema serio de salud, es la mayor causa de dolor, unos de los motivos mas frecuentes de consulta médica y de incapacidad laboral. En trabajos de oficinas este síndrome se puede manifestar cuando la columna lumbar se sitúa en cifosis, es decir una curva inversa a la normal, el algunos casos inducidas por la falta de implementación de normas ergonómicas.
Por su parte la falta prolongada de ejercicio, conocida como sedentarismo o estilo de vida sedentaria, incide en las funciones orgánicas, que comienzan a deteriorarse. Los músculos del cuerpo tienden a aplanarse, a perder fuerza y a endurecerse si no se los trabaja de manera correcta y periódicamente, de igual manera ocurre con la flexibilidad, hay que ejercitarla si no queremos perderla. Todo esto nos demuestra hasta qué punto una vida sedentaria influye de manera negativa en nuestra calidad de vida, ya que esta, suele ir acompañada por una mala alimentación y un mal descanso, que desemboca irremediablemente en un deterioro del organismo y, en muchos casos, en una enfermedad crónica. Un factor condicionante de obesidad en el adulto, es el reposo prolongado por diferentes motivos: situación laboral, enfermedades, falta de voluntad, parálisis o trastornos musculares que obligan a una inactividad absoluta o bien a una disminución notoria de su actividad. En la práctica es muy común el antecedente familiar de comer excesivamente, cosa que el adulto va tomando como una costumbre, unido a una comida familiar hipercalórica y a lo que se agrega en algunos casos rasgos constitucionales heredados; como así también sucede por lo general con familias con hábitos sedentarios, todo ello establece un desequilibrio entre las ingestas y la actividad corporal desarrollada. Es importante analizar este tema puesto que la sociedad actual tiende a llevar una vida sedentaria influenciada por los avances tecnológicos, restándole importancia a la actividad física y una adecuada nutrición.
El ejercicio físico, involucra a todos los sistemas y no solo al aparato muscular haciéndolos adaptarse a esa actividad, representa una terapia relativamente barata y fácil de efectuar, promueve un buen estado de salud, esto incluiría tanto ejercicios específicos o recreativos como actividades deportivas, además demuestra su eficacia a la hora de actuar contra la lumbalgia, y contra el dolor asociado a la misma, favorece la recuperación en los procesos que se han cronificado, disminuye las recidivas, el número de días de baja laboral, actúa sobre la rigidez, ayuda en el tratamiento de los componentes psicológicos asociados a la lumbalgia crónica, mejora la movilidad y la calidad de vida en general. Teniendo en cuanta estos puntos, la obesidad, el sobrepeso y los trastornos relacionados con ellos, son en gran medida evitables, y si no son tratados debidamente pueden tener consecuencias físicas y emocionales serias.
El lumbago, más correctamente denominado lumbalgia es el dolor de la zona baja de la columna, causado por alteraciones de las diferentes estructuras que forman la columna vertebral a ese nivel, como: ligamentos, músculos, discos vertebrales y vértebras.
La columna vertebral, anatómicamente, esta constituida por tres elementos bien diferenciados: 1) la columna cervical, que se ocupa de los movimientos y sostén del cuello; 2) la columna dorsal que junto con las costillas forman el tórax; 3) la columna lumbar, segmento final que por su ubicación, soporta el mayor peso: de ahí que las lesiones en esta zona sean especialmente frecuentes.
La columna esta forma da por una serie de huesos superpuestos, llamados vértebras, cada una de ellas , están unidas entre si por los llamados “discos vertebrales”, que actúan a modo de “amortiguador” y elementos de unión entre dos vértebras.
Los ligamentos son como “sogas” que actúan junto con los discos vertebrales, reforzando la unión vertebral. Todo ello se complementa con una potente musculatura, fundamental para mantener la columna.
De la unión que se produce entre dos vértebras, salen las raíces nerviosas responsables de distribuir la sensibilidad y dar movilidad a los miembros inferiores.
Por todo eso, cuando hablamos de columna lumbar, en realidad nos estamos refiriendo a ese “todo” que forman: las vértebras, los discos, los ligamentos y los músculos. La lesión o el daño de cualquiera de estas estructuras va a ocasionar lumbalgia. El mayor problema en el diagnostico y tratamiento de la lumbalgia, radica en poder distinguir con exactitud, cual es la estructura dañada.
Algunos de los factores causantes que han sido más estudiados son los siguientes:
- Flexo-extensión repetida de la columna: Al flexionar la columna se produce un aumento de la presión en el interior del disco intervertebral. Si en ese momento se carga peso y se vuelve a enderezar la columna, la presión en la parte posterior del disco se incrementa tanto que puede fisurarlo o romperlo, produciendo una hernia discal. Ese proceso puede ocurrir de una vez, si el esfuerzo es intenso, pero suele producirse por un mecanismo de acumulación: cada flexión inadecuada va aumentando el impacto del núcleo pulposo en la envuelta fibrosa del disco y la erosiona hasta fisurarla o romperla. Además del disco, también la musculatura se sobrecarga al mantenerse inclinado hacia adelante. Esa postura es posible mantenerla gracias esencialmente a la tensión controlada de la musculatura paravertebral, glútea e isquiotibial, que impide que el cuerpo caiga hacia adelante. Cuanto mayor es el ángulo de flexión, mayor es el esfuerzo que debe realizar la musculatura lumbar y menor el número de segmentos que lo hacen, lo que facilita que se sobrecargue.
- Torsión o rotación frecuente de la columna: Por la forma de las vértebras, la columna cervical puede rotar más que la dorsal, y ésta más que la lumbar. Probablemente, la repetición de rotaciones exageradas en la columna lumbar puede sobrecargar la articulación facetaria y la musculatura, e incluso también el disco, especialmente si se hace cargando peso.
- Esfuerzos: Esa asociación puede deberse a un mecanismo de sobrecarga, y pueden asociarse a un riesgo mayor si los esfuerzos se realizan en posturas de flexo-extensión o rotación, un esfuerzo muy intenso puede provocar dolor de espalda. Si la musculatura es muy potente, se lesiona antes que el disco intervertebral. En ese caso el dolor provocado por la lesión muscular -dolorosa pero benigna y que suele resolverse por sí misma en unos días- evita que se mantenga el esfuerzo y protege el disco intervertebral. Si la musculatura no es suficientemente potente, el disco intervertebral puede lesionarse a la vez que la musculatura. Es posible que la repetición continua de esfuerzos, aunque no sean tremendamente intensos, pueda provocar dolor de espalda, probablemente por la acumulación de pequeñas lesiones en el disco intervertebral, la articulación facetaría o, más frecuentemente, por la sobrecarga repetida de la musculatura. Es cierto que un sobreesfuerzo especialmente intenso y realizado sin tener en cuenta las normas de higiene postural, especialmente si se produce durante un movimiento de flexo-extensión, puede desencadenar un episodio doloroso. Sin embargo, el que este proceso sea típico no significa que sea habitual. Lo más frecuente es que los episodios de dolor de espalda aparezcan sin que los haya provocado un esfuerzo.
- Vibración: El sometimiento a vibraciones que afectan a todo el cuerpo aumenta el riesgo de que aparezcan dolores de espalda. Ése es el caso, por ejemplo, de los tractoristas y las personas que manejan maquinaria de este tipo. Es probable que la vibración desencadene el dolor por uno de estos mecanismos, la vibración conlleva acortamiento y alargamiento rápido de la musculatura, lo que podría facilitar su contractura. La vibración aumenta cíclica y rápidamente la carga en el disco intervertebral y la articulación facetaría, provoca directamente la activación de los nervios del dolor en el ganglio espinal.
- Falta de potencia, de resistencia o de entrenamiento de la musculatura de la espalda: Probablemente, este hecho se explique por varios mecanismos: Si la musculatura es potente y armónica, el reparto de la carga es correcto y disminuye el riesgo de padecer contracturas o sobrecargas musculares. Cuanto mayor es la potencia y resistencia muscular, mayor es la resistencia estructural a la carga. En condiciones normales, la musculatura comienza a doler antes que las demás estructuras de la espalda, de forma que alerta de su posible lesión. Si la musculatura es poco potente, ese mecanismo no funciona eficazmente. La musculatura informa de la posición en el espacio. Cuando la musculatura está poco entrenada esa fuente de información es defectuosa, de forma que se adoptan posturas incorrectas sin tener conciencia de ello.
- Estrés: Influye más en la percepción del dolor que en el riesgo de que aparezca, es decir, más que aumentar la probabilidad de que duela la espalda, el estrés hace que se perciba como más intenso el dolor. Probablemente se produce un doble mecanismo: el estrés puede alterar, aumentándola, la percepción del dolor.
- Insatisfacción: Los estudios realizados en el ámbito laboral reflejan que la insatisfacción con el puesto de trabajo aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda e incrementa el período de baja. Desde el punto de vista médico, y al margen de consideraciones laborales, el mecanismo que puede explicar su influencia podría ser doble, un mecanismo similar al del estrés y la somatización inconsciente de la insatisfacción vital en forma de dolor de espalda.
- La mala higiene postural: Al estar sentado, es muy frecuente adoptar posturas incorrectas, que aumentan innecesariamente la presión sobre el disco intervertebral, lo que a la larga puede facilitar que aparezca una fisura, protrusión o hernia discal, e incrementan la fuerza que debe hacer la musculatura, lo que puede provocar su contractura.
- La falta de actividad física: En condiciones normales, los distintos grupos musculares que participan en el funcionamiento de la espalda, como los abdominales y la musculatura paravertebral, se coordinan entre sí para mantener una postura o conservar el equilibrio en movimiento. Esta coordinación depende de reflejos nerviosos que, para funcionar correctamente, necesitan repetirse. La inactividad física disminuye ese entrenamiento y empeora esos reflejos, haciendo que la musculatura se contraiga inadecuadamente o a destiempo, lo que facilita su contractura.
- Sedentarismo, probablemente por un doble mecanismo: El mantenimiento prolongado de la postura de sentado conlleva la pérdida de fuerza de la musculatura abdominal y paravertebral, lo que expone la espalda a que pequeñas sobrecargas por esfuerzos o posturas causen dolor.
El mantenimiento de esa postura, especialmente cuando no se adopta adecuadamente, incremento notablemente la presión en el disco intervertebral, facilitando su degeneración o lesión. Haber padecido episodios previos de dolor de espalda.
- El sobrepeso: se asocia frecuentemente al sedentarismo, y es uno de los factores que aumenta el riesgo de que aparezca dolor de espalda, también en este caso, el riesgo es mayor si al sobrepeso se le asocia la falta de una musculatura potente .
Uno de los problemas más comunes asociado al estilo de vida actual es el exceso de peso. La obesidad y el sobrepeso son graves problemas, afortunadamente este mal se puede prevenir en gran medida si se introducen los cambios adecuados en el estilo de vida. En síntesis, podemos decir que debido a que el esqueleto es la estructura que soporta la carga del cuerpo y las fuerzas gravitatorias que sobre éste se ejercen, debe cargar el peso idóneo para que su arquitectura no sufra deformaciones o trastornos que dañen en forma permanente sus unidades funcionales que son las articulaciones, la magnitud del problema depende de las características del sobrepeso, como la intensidad, es decir el porcentaje de peso excedido; la duración, o sea el tiempo que el individuo lleva siendo obeso; y los factores colaterales como el trabajo o la actividad física que el individuo realiza.
La obesidad se debe a un aumento del porcentaje de grasas, triglicéridos, en el tejido adiposo, lo cual determina un exceso de peso. Sin embargo, no todo sobrepeso significa obesidad ya que puede deberse a retención de líquidos, aumento de la masa muscular, etc. Se presenta a distintas edades, desde la niñez hasta en las personas mayores.
Peso normal: es el que se encuentra en las tablas: peso-talla y está relacionado con el sexo, la talla y la contextura.
Peso saludable: es el rango de peso que figura en las tablas de IMC (Índice de Masa Corporal), su valor está entre 18 y 25. El riesgo aumenta progresivamente a medida que lo hace el IMC.
CONSEJOS PARA EL BUEN MANEJO DE COLUMNA LUMBAR EN ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA
CONCLUSIONES
El dolor lumbar es la tercera causa de incapacidad funcional crónica después de las afecciones respiratorias y traumatismos. Se ha comprobado que independientemente del nivel de una población determinada, los problemas de lumbalgia son de alta prevalencia.
Se calcula que hasta el 80% de la población lo padece al menos una vez en la vida.
De acuerdo con la información acerca del comportamiento epidemiológico de la misma, se hace evidente la necesidad de contar con un programa terapéutico integral. De tal forma, es necesario establecer un programa que promueva un mejor estado ergonómico en él sitio de trabajo, que haga énfasis en medidas preventivas de salud, actividades recreativas y prácticas deportivas fuera del ámbito laboral pues, un buen acondicionamiento físico, previene lesiones, reduce la evolución y complicaciones de la lumbalgia.
El ejercicio puede ayudar a las personas que ya son obesas o tienen sobrepeso, a perder peso, si lo combinan con una dieta hipocalórica (baja en calorías) y puede mejorar su composición corporal, ya que conserva el tejido muscular y aumenta la pérdida de grasa. La fortaleza de la musculatura de la espalda y abdominal disminuye el riesgo de dolencias de la misma. Eso es especialmente importante en una persona con sobrepeso, en la que el esfuerzo que se exige a esa musculatura es superior a lo normal. Si la musculatura es suficientemente potente y resistente, un exceso de pocos kilos puede ser irrelevante para la espalda. Si se practican correcta y asiduamente, algunos ejercicios aeróbicos como la natación pueden ser suficientes para mantener en buen estado la musculatura de la espalda y el estado físico general. Los programas de ejercicios específicos para la musculatura de la espalda, sólo son eficaces sobre esos grupos musculares y no sobre el estado general, pero requieren menos tiempo y se pueden alternar con ejercicios aeróbicos cuando la disponibilidad de tiempo lo permite.
Hacer ejercicio de forma regular puede ser beneficioso para los desórdenes y enfermedades que afectan a los músculos y los huesos (como la osteoartritis, el dolor lumbar y la osteoporosis), fortalece los músculos, tendones, ligamentos y densifica los huesos. Hay programas de actividad física diseñados para mejorar la resistencia muscular, que han demostrado ser útiles para ayudar a los adultos de mayor edad a mantener el equilibrio, lo cual puede ser ventajoso para reducir las caídas. Hacer deporte (lo que incluye ejercicios en los que se cargue con el peso del cuerpo, además de actividades entre moderadas e intensas) puede incrementar la densidad mineral y el tamaño de los huesos en adolescentes, ayudar a mantenerlo en los adultos y ralentizar su descenso en los ancianos.
Documentar el comportamiento de estas variables, despierta el interés para desarrollar protocolos de investigación en estas áreas, con la finalidad de diseñar programas cuyas estrategias permitan actuar en forma oportuna para limitar el impacto negativo que el dolor lumbar genera a quien la padece, a las instituciones de salud y a la planta productiva.
A diferencia de nuestros ancestros, ya no necesitamos emplear demasiada cantidad de energía para realizar ciertos sucesos. Debido a los avances de la tecnología, el transporte, la automatización y la maquinaria que ahorra trabajo, la mayoría de la gente tiene menos oportunidades de gastar energía.
El sobrepeso causado por la obesidad es un factor que aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, el riesgo aumenta por su puesto, si a ello se añade el sedentarismo, la falta de fuerza muscular, la inactividad física, o el mal estado de salud general. Para prevenir las dolencias de espalda se debe mantener un mínimo de actividad física, cumplir las normas de higiene postural y desarrollar la musculatura de la misma. Cuando no se utilizan todas las estructuras orgánicas, los tejidos se reducen y debilitan, especialmente los musculares y tendinosos, que se acortan: el músculo se fatiga con facilidad y ese cansancio genera contracturas dolorosas que suelen derivar en molestias crónicas. Muchos dolores de espalda que no tienen origen en traumatismos o enfermedades se deben a la debilidad de los músculos de esa zona, que se contractura de forma casi permanente. A menudo, el simple esfuerzo de mantener erguida la espalda representa para el sedentario una exigencia mayor de la que sus músculos son capaces de soportar.
Aquí consideramos, aunque varían sus definiciones, que la lumbalgia no es una entidad nosológica, es un síntoma consecutivo a una patología, como discopatias, afecciones inflamatorias, infecciosas, tumorales, traumáticas, artrosis, trastornos estáticos o funcionales, o bien a desordenes psicosomáticos. Aunque el dolor lumbar raramente indica un problema serio de salud, es la mayor causa de dolor, unos de los motivos mas frecuentes de consulta médica y de incapacidad laboral. En trabajos de oficinas este síndrome se puede manifestar cuando la columna lumbar se sitúa en cifosis, es decir una curva inversa a la normal, el algunos casos inducidas por la falta de implementación de normas ergonómicas.
Por su parte la falta prolongada de ejercicio, conocida como sedentarismo o estilo de vida sedentaria, incide en las funciones orgánicas, que comienzan a deteriorarse. Los músculos del cuerpo tienden a aplanarse, a perder fuerza y a endurecerse si no se los trabaja de manera correcta y periódicamente, de igual manera ocurre con la flexibilidad, hay que ejercitarla si no queremos perderla. Todo esto nos demuestra hasta qué punto una vida sedentaria influye de manera negativa en nuestra calidad de vida, ya que esta, suele ir acompañada por una mala alimentación y un mal descanso, que desemboca irremediablemente en un deterioro del organismo y, en muchos casos, en una enfermedad crónica. Un factor condicionante de obesidad en el adulto, es el reposo prolongado por diferentes motivos: situación laboral, enfermedades, falta de voluntad, parálisis o trastornos musculares que obligan a una inactividad absoluta o bien a una disminución notoria de su actividad. En la práctica es muy común el antecedente familiar de comer excesivamente, cosa que el adulto va tomando como una costumbre, unido a una comida familiar hipercalórica y a lo que se agrega en algunos casos rasgos constitucionales heredados; como así también sucede por lo general con familias con hábitos sedentarios, todo ello establece un desequilibrio entre las ingestas y la actividad corporal desarrollada. Es importante analizar este tema puesto que la sociedad actual tiende a llevar una vida sedentaria influenciada por los avances tecnológicos, restándole importancia a la actividad física y una adecuada nutrición.
El ejercicio físico, involucra a todos los sistemas y no solo al aparato muscular haciéndolos adaptarse a esa actividad, representa una terapia relativamente barata y fácil de efectuar, promueve un buen estado de salud, esto incluiría tanto ejercicios específicos o recreativos como actividades deportivas, además demuestra su eficacia a la hora de actuar contra la lumbalgia, y contra el dolor asociado a la misma, favorece la recuperación en los procesos que se han cronificado, disminuye las recidivas, el número de días de baja laboral, actúa sobre la rigidez, ayuda en el tratamiento de los componentes psicológicos asociados a la lumbalgia crónica, mejora la movilidad y la calidad de vida en general. Teniendo en cuanta estos puntos, la obesidad, el sobrepeso y los trastornos relacionados con ellos, son en gran medida evitables, y si no son tratados debidamente pueden tener consecuencias físicas y emocionales serias.
El lumbago, más correctamente denominado lumbalgia es el dolor de la zona baja de la columna, causado por alteraciones de las diferentes estructuras que forman la columna vertebral a ese nivel, como: ligamentos, músculos, discos vertebrales y vértebras.
La columna vertebral, anatómicamente, esta constituida por tres elementos bien diferenciados: 1) la columna cervical, que se ocupa de los movimientos y sostén del cuello; 2) la columna dorsal que junto con las costillas forman el tórax; 3) la columna lumbar, segmento final que por su ubicación, soporta el mayor peso: de ahí que las lesiones en esta zona sean especialmente frecuentes.
La columna esta forma da por una serie de huesos superpuestos, llamados vértebras, cada una de ellas , están unidas entre si por los llamados “discos vertebrales”, que actúan a modo de “amortiguador” y elementos de unión entre dos vértebras.
Los ligamentos son como “sogas” que actúan junto con los discos vertebrales, reforzando la unión vertebral. Todo ello se complementa con una potente musculatura, fundamental para mantener la columna.
De la unión que se produce entre dos vértebras, salen las raíces nerviosas responsables de distribuir la sensibilidad y dar movilidad a los miembros inferiores.
Por todo eso, cuando hablamos de columna lumbar, en realidad nos estamos refiriendo a ese “todo” que forman: las vértebras, los discos, los ligamentos y los músculos. La lesión o el daño de cualquiera de estas estructuras va a ocasionar lumbalgia. El mayor problema en el diagnostico y tratamiento de la lumbalgia, radica en poder distinguir con exactitud, cual es la estructura dañada.
Algunos de los factores causantes que han sido más estudiados son los siguientes:
- Flexo-extensión repetida de la columna: Al flexionar la columna se produce un aumento de la presión en el interior del disco intervertebral. Si en ese momento se carga peso y se vuelve a enderezar la columna, la presión en la parte posterior del disco se incrementa tanto que puede fisurarlo o romperlo, produciendo una hernia discal. Ese proceso puede ocurrir de una vez, si el esfuerzo es intenso, pero suele producirse por un mecanismo de acumulación: cada flexión inadecuada va aumentando el impacto del núcleo pulposo en la envuelta fibrosa del disco y la erosiona hasta fisurarla o romperla. Además del disco, también la musculatura se sobrecarga al mantenerse inclinado hacia adelante. Esa postura es posible mantenerla gracias esencialmente a la tensión controlada de la musculatura paravertebral, glútea e isquiotibial, que impide que el cuerpo caiga hacia adelante. Cuanto mayor es el ángulo de flexión, mayor es el esfuerzo que debe realizar la musculatura lumbar y menor el número de segmentos que lo hacen, lo que facilita que se sobrecargue.
- Torsión o rotación frecuente de la columna: Por la forma de las vértebras, la columna cervical puede rotar más que la dorsal, y ésta más que la lumbar. Probablemente, la repetición de rotaciones exageradas en la columna lumbar puede sobrecargar la articulación facetaria y la musculatura, e incluso también el disco, especialmente si se hace cargando peso.
- Esfuerzos: Esa asociación puede deberse a un mecanismo de sobrecarga, y pueden asociarse a un riesgo mayor si los esfuerzos se realizan en posturas de flexo-extensión o rotación, un esfuerzo muy intenso puede provocar dolor de espalda. Si la musculatura es muy potente, se lesiona antes que el disco intervertebral. En ese caso el dolor provocado por la lesión muscular -dolorosa pero benigna y que suele resolverse por sí misma en unos días- evita que se mantenga el esfuerzo y protege el disco intervertebral. Si la musculatura no es suficientemente potente, el disco intervertebral puede lesionarse a la vez que la musculatura. Es posible que la repetición continua de esfuerzos, aunque no sean tremendamente intensos, pueda provocar dolor de espalda, probablemente por la acumulación de pequeñas lesiones en el disco intervertebral, la articulación facetaría o, más frecuentemente, por la sobrecarga repetida de la musculatura. Es cierto que un sobreesfuerzo especialmente intenso y realizado sin tener en cuenta las normas de higiene postural, especialmente si se produce durante un movimiento de flexo-extensión, puede desencadenar un episodio doloroso. Sin embargo, el que este proceso sea típico no significa que sea habitual. Lo más frecuente es que los episodios de dolor de espalda aparezcan sin que los haya provocado un esfuerzo.
- Vibración: El sometimiento a vibraciones que afectan a todo el cuerpo aumenta el riesgo de que aparezcan dolores de espalda. Ése es el caso, por ejemplo, de los tractoristas y las personas que manejan maquinaria de este tipo. Es probable que la vibración desencadene el dolor por uno de estos mecanismos, la vibración conlleva acortamiento y alargamiento rápido de la musculatura, lo que podría facilitar su contractura. La vibración aumenta cíclica y rápidamente la carga en el disco intervertebral y la articulación facetaría, provoca directamente la activación de los nervios del dolor en el ganglio espinal.
- Falta de potencia, de resistencia o de entrenamiento de la musculatura de la espalda: Probablemente, este hecho se explique por varios mecanismos: Si la musculatura es potente y armónica, el reparto de la carga es correcto y disminuye el riesgo de padecer contracturas o sobrecargas musculares. Cuanto mayor es la potencia y resistencia muscular, mayor es la resistencia estructural a la carga. En condiciones normales, la musculatura comienza a doler antes que las demás estructuras de la espalda, de forma que alerta de su posible lesión. Si la musculatura es poco potente, ese mecanismo no funciona eficazmente. La musculatura informa de la posición en el espacio. Cuando la musculatura está poco entrenada esa fuente de información es defectuosa, de forma que se adoptan posturas incorrectas sin tener conciencia de ello.
- Estrés: Influye más en la percepción del dolor que en el riesgo de que aparezca, es decir, más que aumentar la probabilidad de que duela la espalda, el estrés hace que se perciba como más intenso el dolor. Probablemente se produce un doble mecanismo: el estrés puede alterar, aumentándola, la percepción del dolor.
- Insatisfacción: Los estudios realizados en el ámbito laboral reflejan que la insatisfacción con el puesto de trabajo aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda e incrementa el período de baja. Desde el punto de vista médico, y al margen de consideraciones laborales, el mecanismo que puede explicar su influencia podría ser doble, un mecanismo similar al del estrés y la somatización inconsciente de la insatisfacción vital en forma de dolor de espalda.
- La mala higiene postural: Al estar sentado, es muy frecuente adoptar posturas incorrectas, que aumentan innecesariamente la presión sobre el disco intervertebral, lo que a la larga puede facilitar que aparezca una fisura, protrusión o hernia discal, e incrementan la fuerza que debe hacer la musculatura, lo que puede provocar su contractura.
- La falta de actividad física: En condiciones normales, los distintos grupos musculares que participan en el funcionamiento de la espalda, como los abdominales y la musculatura paravertebral, se coordinan entre sí para mantener una postura o conservar el equilibrio en movimiento. Esta coordinación depende de reflejos nerviosos que, para funcionar correctamente, necesitan repetirse. La inactividad física disminuye ese entrenamiento y empeora esos reflejos, haciendo que la musculatura se contraiga inadecuadamente o a destiempo, lo que facilita su contractura.
- Sedentarismo, probablemente por un doble mecanismo: El mantenimiento prolongado de la postura de sentado conlleva la pérdida de fuerza de la musculatura abdominal y paravertebral, lo que expone la espalda a que pequeñas sobrecargas por esfuerzos o posturas causen dolor.
El mantenimiento de esa postura, especialmente cuando no se adopta adecuadamente, incremento notablemente la presión en el disco intervertebral, facilitando su degeneración o lesión. Haber padecido episodios previos de dolor de espalda.
- El sobrepeso: se asocia frecuentemente al sedentarismo, y es uno de los factores que aumenta el riesgo de que aparezca dolor de espalda, también en este caso, el riesgo es mayor si al sobrepeso se le asocia la falta de una musculatura potente .
Uno de los problemas más comunes asociado al estilo de vida actual es el exceso de peso. La obesidad y el sobrepeso son graves problemas, afortunadamente este mal se puede prevenir en gran medida si se introducen los cambios adecuados en el estilo de vida. En síntesis, podemos decir que debido a que el esqueleto es la estructura que soporta la carga del cuerpo y las fuerzas gravitatorias que sobre éste se ejercen, debe cargar el peso idóneo para que su arquitectura no sufra deformaciones o trastornos que dañen en forma permanente sus unidades funcionales que son las articulaciones, la magnitud del problema depende de las características del sobrepeso, como la intensidad, es decir el porcentaje de peso excedido; la duración, o sea el tiempo que el individuo lleva siendo obeso; y los factores colaterales como el trabajo o la actividad física que el individuo realiza.
La obesidad se debe a un aumento del porcentaje de grasas, triglicéridos, en el tejido adiposo, lo cual determina un exceso de peso. Sin embargo, no todo sobrepeso significa obesidad ya que puede deberse a retención de líquidos, aumento de la masa muscular, etc. Se presenta a distintas edades, desde la niñez hasta en las personas mayores.
Peso normal: es el que se encuentra en las tablas: peso-talla y está relacionado con el sexo, la talla y la contextura.
Peso saludable: es el rango de peso que figura en las tablas de IMC (Índice de Masa Corporal), su valor está entre 18 y 25. El riesgo aumenta progresivamente a medida que lo hace el IMC.
CONSEJOS PARA EL BUEN MANEJO DE COLUMNA LUMBAR EN ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA
CONCLUSIONES
El dolor lumbar es la tercera causa de incapacidad funcional crónica después de las afecciones respiratorias y traumatismos. Se ha comprobado que independientemente del nivel de una población determinada, los problemas de lumbalgia son de alta prevalencia.
Se calcula que hasta el 80% de la población lo padece al menos una vez en la vida.
De acuerdo con la información acerca del comportamiento epidemiológico de la misma, se hace evidente la necesidad de contar con un programa terapéutico integral. De tal forma, es necesario establecer un programa que promueva un mejor estado ergonómico en él sitio de trabajo, que haga énfasis en medidas preventivas de salud, actividades recreativas y prácticas deportivas fuera del ámbito laboral pues, un buen acondicionamiento físico, previene lesiones, reduce la evolución y complicaciones de la lumbalgia.
El ejercicio puede ayudar a las personas que ya son obesas o tienen sobrepeso, a perder peso, si lo combinan con una dieta hipocalórica (baja en calorías) y puede mejorar su composición corporal, ya que conserva el tejido muscular y aumenta la pérdida de grasa. La fortaleza de la musculatura de la espalda y abdominal disminuye el riesgo de dolencias de la misma. Eso es especialmente importante en una persona con sobrepeso, en la que el esfuerzo que se exige a esa musculatura es superior a lo normal. Si la musculatura es suficientemente potente y resistente, un exceso de pocos kilos puede ser irrelevante para la espalda. Si se practican correcta y asiduamente, algunos ejercicios aeróbicos como la natación pueden ser suficientes para mantener en buen estado la musculatura de la espalda y el estado físico general. Los programas de ejercicios específicos para la musculatura de la espalda, sólo son eficaces sobre esos grupos musculares y no sobre el estado general, pero requieren menos tiempo y se pueden alternar con ejercicios aeróbicos cuando la disponibilidad de tiempo lo permite.
Hacer ejercicio de forma regular puede ser beneficioso para los desórdenes y enfermedades que afectan a los músculos y los huesos (como la osteoartritis, el dolor lumbar y la osteoporosis), fortalece los músculos, tendones, ligamentos y densifica los huesos. Hay programas de actividad física diseñados para mejorar la resistencia muscular, que han demostrado ser útiles para ayudar a los adultos de mayor edad a mantener el equilibrio, lo cual puede ser ventajoso para reducir las caídas. Hacer deporte (lo que incluye ejercicios en los que se cargue con el peso del cuerpo, además de actividades entre moderadas e intensas) puede incrementar la densidad mineral y el tamaño de los huesos en adolescentes, ayudar a mantenerlo en los adultos y ralentizar su descenso en los ancianos.
Documentar el comportamiento de estas variables, despierta el interés para desarrollar protocolos de investigación en estas áreas, con la finalidad de diseñar programas cuyas estrategias permitan actuar en forma oportuna para limitar el impacto negativo que el dolor lumbar genera a quien la padece, a las instituciones de salud y a la planta productiva.