La balanza se ha convertido en un instrumento imprescindible en cualquier hogar.
El ritual de pesarse todos los días para descubrir reflejado en ella el resultado de ese bombón o medialuna que no tuvimos la voluntad de despreciar, ya forma parte de la rutina diaria.
Pero el cuerpo a veces nos da sorpresas inesperadas. Aún después de un día de transgresiones suele no acusar signos de sobrepeso, en tanto que cuando nos sacrificamos hasta el límite, nuestro físico se puede empeñar en retener líquidos y en vez de bajar de peso aumentamos.
Creo que lo más conveniente es controlar el peso una vez por semana, a la misma hora y en la misma balanza y aprender a comer en forma moderada siempre.
Las dietas son temas que acaparan las páginas de todas las revistas desde hace muchos años; sin embargo, según las estadísticas, la población mundial sigue aumentando de peso y en estos momentos en la mayoría de países, más del cincuenta por ciento de la población tiene sobrepeso, incluyendo los niños.
Se espera que en el futuro cercano esta proporción alcance al cien por ciento de los habitantes.
Cuáles son los principales factores que influyen para que se produzca este fenómeno en casi todo el mundo, es la pregunta que todos nos hacemos a diario.
En primer lugar, la mayoría de las personas de las grandes ciudades tiene un menor desgaste físico y se mueve poco. La vida se facilita, el auto nos lleva, las máquinas nos ayudan y nos convertimos en seres sedentarios que sólo observan y controlan.
El sedentarismo es un factor de riesgo de enfermedades cardíacas y la principal causa para engordar, favoreciendo además el desarrollo de otros trastornos orgánicos graves, como la hipertensión, los problemas circulatorios, la diabetes, etc.
Se puede comprobar que durante momentos en los cuales no se hace ninguna dieta (vacaciones por ejemplo), que se pude bajar de peso solamente con un mayor movimiento.
La falta de preocupaciones y la tranquilidad disminuyen la ansiedad habitual por la comida permitiendo que uno no se acuerde de ella; porque las preocupaciones y el stress también engordan, provocando un desequilibrio emocional que hemos aprendido a calmar con la comida.
La adicción a los dulces es otro problema que acosa a las personas con sobrepeso. No es necesario privarse de ellos pero se puede controlar su ingesta teniendo una provisión de golosinas de bajo contenido calórico que nos gusten y utilizándolas como colaciones.
Respetar los horarios de las comidas es otro factor que ayuda a aprender a comer. Es inútil no comer casi nada durante todo el día para devorar en la cena todo lo que tenemos en la heladera.
Lo ideal es acostumbrarse a comer seis veces por día comenzando con un buen desayuno, que los expertos aseguran es lo más importante, luego el almuerzo, después la merienda y por último la cena, más dos colaciones entre las principales comidas.
Hoy en día, tener que trabajar no es un obstáculo para seguir estas instrucciones. Existen en el mercado abundantes propuestas económicas que reemplazan adecuadamente cualquier comida hecha en casa.
Recordemos que las personas con sobrepeso son adictas a la comida y las adicciones encubren un estado de ánimo depresivo, por lo tanto, es saludable conectarse con nuevos intereses.
Hacer las compras y aprender a cocinar puede ser para muchos un nuevo interés que hoy en día está de moda; y también es una buena manera de mejorar nuestro estado de ánimo.
Las personas que viven solas tienden a comer mal y muchas veces llegan a graves estados de deshidratación porque como no sienten sed tampoco ingieren líquidos.
Cocinar para sí mismo es una manera de elevar la autoestima y de aprender a considerarse digno de una mesa exclusiva para uno acompañada de abundante gaseosa dietética.
De esta manera, se obtendrá una mejor calidad de vida, aumentaremos la autoestima y bajaremos los kilos demás.